Estos días he visto un comercial en la Tele que me llama la atención. Es de una marca de azúcar sintética que muestra a una mujer que trabaja todo el día (presumiblemente en una oficina), que llega a su casa y se enfrenta a las demandas alimenticias de un esposo diabético, una hija a dieta y un niño goloso (nadie puede culparlo). Y sorprndentemente al ver esa oleada de peticiones... ella sonríe. Si, sonríe. Esto no me huele mucho a realidad. Es como una sonrisa fingida y forzada, porque, digamoslo, mucho podrá querer a su familia pero que le pidan cosas para comer luego de una (supongamos) ardua jornada laboral es francamente agotador. Los creadores de comerciales tienen mucha imaginación... o poco sentido común.
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