Ira Navideña

Estamos en época navideña en donde hacemos cosas locas, como festejar a un carpintero de hace dos mil años poniendo un árbol que el quizás nunca vio en su vida y adornarlo con pelotitas y lucecitas para simbolizar algo que nadie sabe qué es. Pensándolo bien no tiene tanto de loco festejar a Jesucristo con un árbol, como era carpintero. Con esa premisa el momento más emocionante del año sería desarmarlo. Después de unas fiestas de fin de año bien celebradas, llegará eventualmente el momento de quitarle todos sus adornos, cortarlo en trozos y guardarlo en alguna parte escondida de la casa. Ese es el verdadero sentido de la Navidad, el de cortar árboles para luego olvidarlos No, mentira, quiero que sepan que lo que escribí al principio son puras tonterías Lo que si es verdad es el estado de alerta máxima en el que entran las personas. Ese stress de fin de año, esa sensación de que el tiempo se acaba, esa imposibilidad de mantenerse cuerdo escuchando canciones navideñas (aceptemoslo, no son agradables, si lo fueran, las escucharíamos todo el año) en cada local al cual uno entra, ¡todos y cada uno!, esa sensación de que hay mucha gente alrededor, ese arrepentimiento de no haber salido antes, esas ganas de matarlos a todos con una cuchara porque si. Básicamente me refiero a un estado que he llamado Ira Navideña, o como una inocente fiesta del consumismo se transforma en la peor pesadilla de la gente común. El otro día iba caminando a punto de cruzar la calle y había una señora en un auto detenido esperando pasar. En el momento que voy a cruzar pega una acelerada brusca y al verme pega una frenada igual de brusca y me hace un gesto con las manos que yo interpreté "pero cómo si estai viendo que voy a pasar". Eso me hizo sospechar. Pero yo no estoy exento de causar problemas debido a la irritabilidad de las señoras de mediana edad con problemas de actitud. Un día después del incidente de la señora enojona iba cruzando la calle microsegundos antes de que diera la luz roja peatonal. Miré para ver si venía algún auto y si venía. Al voltearme sentí que algo topó con mi hombro. Era la mandíbula de una señora. Me sentí culpable de lo que había hecho, como todo ser humano decente y le dije que me disculpara, que no la había visto y que fue sin intención. Ella me miró con ojos llenos de indignación, ira y el sentimiento que da cuando se te cae un huevo crudo nuevecito al suelo, y creo que para ella ese huevo era el último. Posteriormente volteó y salió caminando con la mano en la mandíbula. Entonces comprendí que era un hecho común. Que nadie se escapa. El próximo puedes ser tu. Mi consejo: No salgan de la casa a menos que sea estrictamente necesario.. o podrían arrepentirse...